
Comenzamos visitando el monumento cordobés por excelencia, único en el mundo en su conjunción respetuosa y viva de Mezquita y Catedral. La Mezquita fue construida en 784 por el Emir Abd Al-Rahman I y reconquistada por los cristianos, que crearon una catedral ornamentada dentro de la misma planta. Especialmente recomendable es visitar el Alminar, una torre con el Patio de los Naranjos a los pies y unas vistas espectaculares que incluyen todo el casco histórico y el Río Guadalquivir, con la Calahorra, el Puente Romano y el Alcázar de los Reyes Cristianos como ejemplos de lugares a visitar.
Venir a Córdoba es embriagarse en los Patios, recientemente nombrados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Dentro de casi cada casa nos encontraremos oasis de plantas, agua y arquitectura, siempre hospitalarios y cargados de cultura popular. Los museos son otra de las visitas recomendables si vienes a Córdoba. Desde el de Julio Romero de Torres, ilustre pintor cordobés, al Taurino, el de Bellas Artes, los Baños Califales o el Arqueológico, donde podrás conocer detalladamente la manera en la que la historia ha ido construyendo la Córdoba mestiza y absolutamente bella que hoy conocemos. La herencia judía de esta ciudad está presente en la Sinagoga y la belleza musulmana de Al-Andalus explota en Medina Azahara, también Patrimonio de la Humanidad, una ciudad a las afueras donde revivir el esplendor de otros tiempos.
Podemos acabar la visita en la única Plaza Mayor rectangular en toda Andalucía la de la Corredera, que tiene a su alrededor numerosos establecimientos de hostelería en los que degustar platos típicos de esta embrujadora ciudad, como el salmorejo, las berenjenas a la miel, el flamenquín o el rabo de toro. Si además tu visita es en primavera, una explosión de color y aroma proveniente de las flores te asaltará, con cruces de mayo en las calles, feria en El Arenal, romerías y otras muchas actividades.